jueves, 14 de mayo de 2009

"Las muchachas del pueblo sueñan con robarle el corazón,
y a él, que tanto le cuesta, siempre aprovecha la ocasión;
montado a su pingo cabalga la senda de la oscuridad,
del faso, el alcohol, las mujeres, y sobre todo del azar."

Nunca supo bien lo que era respetar la mujer del prójimo,
y si alguien se retobaba, de toque sabía que era el próximo.
Hasta que un día un tío se enfadó, y el cargador le vació,
por supuesto fue de espaldas, nadie era más rápido que el señor.